La conducta alimentaria y sus trastornos
Los
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son alteraciones graves
sobre la autopercepción que se relaciona con la fijación sobre el
peso corporal, la imagen corporal y el control de los alimentos. No
son solo problemas con la comida, son una forma de controlar la
ansiedad que puede ser generada por la falta de control del contexto
que rodea a la persona. El DSM-V hace distinción de los siguientes:
Anorexia nerviosa
Bulimia nerviosa
Trastorno por atracón
Pica
Rumiación
Trastorno de evitación/restricción de alimentos
Trastorno de rumiación
Otros trastornos alimentarios de la ingestión de alimentos
especificados
Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos no
especificados
Los
más prevalentes hoy día son la anorexia nerviosa, la bulimia
nerviosa y el trastorno por atracón. Para poder entender la
diferencia entre los mismos pasamos a realizar una breve descripción
de estos tres (MedlinePlus, 2022):
Anorexia nerviosa: se evitan, limitan alimentos y/o se comen
pequeñas cantidades normalmente de alimentos específicos. Además,
suele estar acompañado de una insatisfacción con la imagen
corporal, siendo personas que pueden presentar infrapeso, pero que
consideran que tienen sobrepeso.
Bulimia nerviosa: periodos de atracones seguidos de purgas, bien
sean vómitos, uso de laxantes, exceso de ejercicio, ayuno, etc.
Trastorno por atracones: como su nombre indica, atracones de comida
sin control, comiendo incluso aun estando saciados soliendo venir
acompañado de sentimientos de culpa, malestar, vergüenza.
Aproximadamente
400.000 personas en España padecen algún tipo de TCA. Revisando las
estadísticas, las mujeres son las que representan el porcentaje
mayor entre el 4,1% y el 6,4% entre 12 y 21 años frente que, en la
población masculina para mismo rango de edad, presenta un porcentaje
de prevalencia del 0,3% (Jiménez, 2023).
Existe
una serie de condicionantes considerados de riesgo a la hora de
padecer un TCA, entre los que encontramos el nivel socioeconómico,
la cultura, la edad, la publicidad y, evidentemente, el género, o la
condición femenina (Toro y Vilardell, 1987).
Con
respecto al nivel socioeconómico, un mayor nivel se relaciona con
una mayor probabilidad de padecer un TCA. Aunque los estereotipos
sociales y estéticos se den en todo tipo de sociedades, las clases
sociales más altas se relacionan de forma inversa con la obesidad.
Siguiendo este hilo, otro factor que nombrábamos era la cultura,
existendo culturas en las que están especialmente implicados los
valores estéticos, lo que lleva a ser una preocupación importante
en la sociedad. Así vemos que en minorías étnicas como
afroamericanas o latinoamericanas las preocupaciones con la imagen
corporal y la dieta son menos frecuentes en comparación con
sociedades donde existe abundancia y disponibilidad de alimentos
(Behar, 2010). En el caso de la edad como factor de riesgo, los
adolescentes y los jóvenes son el grupo de edad mayor afectado por
este tipo de trastornos. En estas edades se va formando la identidad
de la persona, donde se establecen las pautas conductuales,
cognitivas y emocionales, siendo la imagen de sí mismos
trascendental por la estrecha relación que tiene con la aprobación
social principalmente hacia el grupo de iguales (Toro y Vilardell,
1987).
Nombrábamos
el género, o la condición femenina. Vamos a hacer una reflexión
sobre este. No podemos obviar que la sociedad impone en las mujeres,
desde diversos ámbitos (publicidad, moda, RRSS, educación, etc.)
una serie de estereotipos y demandas que se deben cumplir, puesto que
es lo que se espera de nosotras, suponiendo la aceptación
social, o no. Entre esa serie de estereotipos hablamos del deseo de
agradar al resto, pero en particular al género masculino, siendo la
mujer compuesta como un cuerpo/objeto. Existen diferencias claramente
marcadas entre el ideal de belleza femenino y masculino, para ser
atractiva físicamente la mujer debe ser delgada, pero no
excesivamente (eso no resulta atractivo), debiendo presentar una
armonía corporal, pasando la belleza facial a un segundo plano
(Carrillo, 2005). En muchos casos este ideal de belleza de delgadez
“armónica” es difícil de conseguir lo que puede conllevar a una
insatisfacción corporal que se asocia directamente con la
autoestima. En este sentido, la valía como persona y como mujer se
ve reducida a la delgadez (“si no estoy delgada, no importo”), lo
que puede llevar a tener una baja autoestima, nuevamente
relacionándose con otro de los factores de riesgo de sufrir un TCA
(Behar, 2010). Ser bella es igual a ser delgada y mucho más allá de
eso. La delgadez es símbolo de triunfo, una mujer delgada es una
mujer triunfadora, exitosa, una mujer que puede ejercer control tanto
sobre sí misma como sobre su entorno, una mujer autosuficiente y
competente, mientras que ser obesa se presenta como símbolo de
despreocupación, dejadez, pérdida de control y falta de capacidad
de agrado tanto para una propia como para el resto (Carrillo, 2005;
Behar 2010). Como dicen Toro y Vilardell (1987): “cuando la
delgadez se establece como valor altamente positivo, como meta a
alcanzar, como modelo corporal a imitar y seguir, ser delgada es lo
mismo que triunfar, que tener éxito, que ser mujer como hay que
serlo, que demostrar control sobre una misma y mil cosas más”.
Por
otro lado, se comprueba que las mujeres presentan una relación con
la comida distinta, suponiendo para ellas en una forma de controlar
el cuerpo y expresar el malestar o bienestar mientras que en los
hombres ese control se asocia a la práctica de ejercicio físico
(Zafra, 2008).
Este
tipo de estereotipos de cómo debe ser una mujer se palpan
desde las modas, siendo la ropa prácticamente modelada por y para
cuerpos delgados (Carrillo, 2005), los medios de comunicación, bien
sea la propia televisión como las diversas redes sociales donde
podemos encontrar a creadoras/es de contenido con mensajes pro-TCA
como: “esta noche no voy a cenar porque he almorzado mucho” o
mediante publicidad promocionando, por ejemplo, aplicaciones de pago
con videos de ejercicio físico: “ahora que llega el veranito
tenemos que estar preparadas para lucir cuerpo…” o clínicas
estéticas acompañadas del lema “otro verano más cambiando el
panorama de las playas” (Micromachismos, 2024). Las redes sociales
han llegado para quedarse, siendo recomendable enseñarle a los
influencers la capacidad que tiene su mensaje de calar en las
personas, principalmente las más vulnerables, a sufrir este tipo de
trastornos, a la vez que inculcar al resto de la sociedad sobre este
tipo de patologías.
Sería
recomendable utilizar la regla de los 5 segundos: si vemos algo sobre
el aspecto de otra persona que pueda arreglar en menos de 5 segundos
lo podemos señalar de manera educada (por ejemplo, comida entre los
dientes), pero si es algo que la persona no puede modificar en menos
de 5 segundos, no lo mencionamos (por ejemplo, la forma de los
dientes). Es útil que nos acordemos de este ejemplo cuando una
persona nos diga que está preocupada por su peso y así no
fomentemos este tipo de conductas y prejuicios. Y tú, ¿eres capaz
de aplicar esta regla?
Ainhoa
Barreto Rodríguez
Psicóloga
colaboradora de Latour Psicología
Citas
bibliográficas:
American
Psychological Association. (2014). Diagnostic
and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition.
Behar,
Rosa. (2010). La construcción cultural del cuerpo: El paradigma de
los trastornos de la conducta alimentaria. Revista Chilena
Neuro-Psiquiatría, 48(4), 319-334.
Jimenez,
Andrea. (2023). Las niñas y mujeres representan 9 de cada 10 casos
de trastornos de la conducta alimentaria en España. Univadis:
https://www.univadis.es/viewarticle/las-ni%25C3%25B1-y-mujeres-representan-9-de-cada-10-casos-de-2023a100068k
Carrillo,
María Victoria. (2005). Factores socioculturales en los TCA. No
sólo es moda, medios de comunicación y publicidad. Trastornos
de la conducta alimentaria, 2, (120-141).
MedlinePlus.
(2022). Trastornos de alimentación
https://medlineplus.gov/spanish/eatingdisorders.html
Micromachismos.
(2024). “Cambiando el panorama de las playas”: la lona machista
de la clínica Dorsia para vender operaciones de pecho. El
diario:
https://www.eldiario.es/blog/micromachismos/cambiando-panorama-playas-lona-machista-clinica-dorsia-vender-operaciones-pecho_132_11357063.html
Toro,
Josep y Vilardell, Enric. (1987). Anorexia nerviosa. Martínez
Roca, Biblioteca de Psicología, Psiquiatría y Salud, Colección
Serie Salud 2000. Barcelona.
Zafra,
Eva. (2008). Los trastornos del comportamiento alimentario como
“estares alimentarios”: entre el placer (bienestar) y el
conflicto (malestar). En Romaní, O; Larrea, C. y Fernández, J.
(2008) Antropología de la medicina, metodologías e
interdisciplinariedad: de las teorías a las prácticas académicas
y profesionales. (233-247). Ankulegi Antropologia Elkartea.