domingo, 2 de junio de 2013

El gobierno búlgaro incorpora psicólogos para prevenir los suicidios

A ver si esta vez España no es la última, ya nos adelantan hasta los búlgaros...

El pasado mes de marzo de 2013, el gobierno búlgaro anunció la puesta en marcha de una campaña nacional de prevención de suicidio. Este plan contempla la participación de psicólogos y psiquiatras que implementarán programas de detección de grupos de riesgo y de intervención terapéutica en caso necesario. Los psicólogos también proporcionarán información a la población general para ayudar a identificar signos de riesgo de suicidio y para promover la búsqueda de ayuda profesional en las personas que sufren depresión severa.
El anuncio de esta medida ha sido motivado por los altos niveles de suicidio registrados en este país – el más pobre de la Unión Europea-, donde en tan sólo el mes de febrero seis personas han intentado quitarse la vida mediante auto-inmolación, ante la situación desesperada de falta de recursos económicos. Estos casos se suman a la oleada creciente de suicidios registrados en Bulgaria desde el inicio de la crisis. En concreto, en 2011, tal y como aparece recogido en ElMundo.es, se produjeron un total de 3.153 intentos de suicidio (796 con resultado fatal).

La situación en la que se encuentra inmersa Bulgaria es claro ejemplo de los graves riesgos de desatender la salud mental de la población, sobre todo en estos momentos de crisis económica, así como del deber de las autoridades políticas de dar respuesta a esta necesidad.
Desde hace unos años, diferentes organismos e instituciones internacionales vienen alertando a los líderes políticos sobre la urgencia de adaptar los sistemas sanitarios a los nuevos retos a los que se enfrenta Europa, como es el incremento de los trastornos mentales, subrayando las ventajas de implementar estrategias sanitarias “inteligentes” que apuesten por la promoción de la salud mental y la prevención del malestar psicológico, antes de que el incremento de los problemas de salud mental alcancen unos niveles críticos, -como está ocurriendo en Bulgaria-.