viernes, 16 de julio de 2010

Tratamientos eficaces contra la depresión III

Las terapias de conducta

La terapia de conducta ofrece un planteamiento completo de la depresión, como de cualquier otro trastorno. Así provee de una teoría para explicarla, un sistema para su evaluación y unos procedimientos terapéuticos para su tratamiento.
Dentro de la terapia de conducta se pueden distinguir seis procedimientos terapéuticos con distinto acento:

  1. El programa de actividades agradables: es un programa estructurado dirigido a cambiar la cantidad y la calidad de las interacciones del paciente mediante un conjunto de estrategias que incluyen entrenamiento asertivo, relajación, toma de decisiones, solución de problemas, comunicación y manejo del tiempo. Aunque no ha llegado a considerarse como una terapia en sí misma, lo cierto es que este conjunto de estrategias constituye el pilar básico de cualquier terapia de conducta y en los estudios se ha demostrado que es la parte más eficaz de cualquier tratamiento.
  2. El Entrenamiento en Habilidades Sociales: es también un programa estructurado dirigido a mejorar la aserción negativa, la positiva y las habilidades conversacionales; en distintos ámbitos de interacción social. Es uno de los tratamientos con mayor apoyo empírico.
  3. El Curso para el afrontamiento de la depresión, CAD; es un tratamiento estructurado para aplicación en grupo, psicoeducativo, con marcado carácter participativo y multimodal. Se destaca en su aplicación a adolescentes.
  4. la Terapia de Autocontrol de Rehm, que asume que la depresión se caracteriza por déficits en el manejo de la conducta de uno mismo. Aunque no es un tratamiento de referencia, sí que ha quedado validada su eficacia en estudios.
  5. La Terapia de Solución de Problemas; que relaciona la depresión con las dificultades para resolver los problemas cotidianos o específicos. La aplicación puede ser tanto individual como grupal y es la base de otros tratamientos.
  6. La Terapia conductual de pareja trata la depresión en el contexto inter-personal de la pareja, situando la depresión en la relación del paciente con su ámbito familiar, ello sin presuponer que toda la depresión venga determinada por la relación de pareja. Este tratamiento debe ir precedido por un análisis funcional de la relación de forma que lo haga aconsejable en cada caso concreto y suele estar apoyada en el aumento de actividades, solución de problemas, habilidades de comunicación y entendimiento de la discordia familiar. Esta terapia se ha demostrado tan eficaz como la cognitivo conductual en parejas con desavenencias, siendo inferior a ésta en parejas sólo con problemas depresivos.
Estos son los tratamientos de corte conductual con apoyo empírico y por tanto con eficacia contrastada, algunos forman parte de paquetes más complejos de corte cognitivo-conductual, que en la práctica son los más extendidos en la práctica psicológica.
En la próxima entrada veremos la Terapia Cognitiva.

martes, 13 de julio de 2010

Los tratamientos eficaces contra la depresión II

Los fármacos

La depresión es susceptible de ser tratada de muchas maneras, teniendo en cuenta el punto de vista desde el que se considere. La más extendida y seguramente más accesible en nuestro país es sin duda la terapia farmacológica. Si bien nuestro interés se centra en los tratamientos psicológicos, resulta imprescindible hacer referencia a los tratamientos farmacológicos para poder en todo caso establecer comparaciones.
En la familia de los medicamentos o fármacos antidepresivos se incluyen todos aquellos productos químicos que han acreditado poseer la capacidad de reducir total o parcialmente el estado depresivo en un amplio grupo de enfermos depresivos, efecto obtenido la mayor parte de las veces en el plazo de tres a cinco semanas. Otra especificación previa necesaria es que la mayor parte de los productos antidepresivos se emplea también en otras indicaciones. Baten el récord en este sentido los productos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, utilizados en el tratamiento de estas afecciones: ansiedad/pánico, fobias, síndrome obsesivo, síndrome de estrés postraumático, patología psicosomática, grupo de adicciones sociales y químicas (otro antidepresivo, el bupropion, es muy utilizado en el abandono del tabaco), personalidad límite, déficit de atención por hiperactividad y dolor crónico.
Con arreglo a la cronología de la aparición del fármaco se distinguen los de la primera generación, que son los antidepresivos antiguos, los de la segunda generación o intermedios y los de la tercera generación, los más recientes.

  • Antidepresivos de la primera generación: la mayor parte de ellos son los antidepresivos tricíclicos, como la imipramina, desipramina, ciomipramina, amitriptilina y nortriptilina.
  • Antidepresivos de la segunda generación: un grupo muy heterogéneo por su estructura química, en la que se incluyen entre otros la maprotilina, la mianserina y la viloxacina.
  • Antidepresivos de la tercera generación: este grupo comprende sobre todo los inhibidores de la recaptación de la serotonina (trazodone, nefazodone, fluoxetina, fluvoxamina, sertralina, paroxetina y citaloprán), más otros agregados también en fechas relativamente recientes como la venlafaxina, la reboxetina y la mirtazapina.
Los antidepresivos más antiguos, a causa de su potenciación anticolinérgica, se acompañaban de efectos adversos importantes. La aparición de estos efectos en los tratamientos con los antidepresivos hoy más utilizados, se ha vuelto mucho menos frecuente. Los inhibidores de la recaptación de la serotonina pueden producir  efectos secundarios sobre la esfera sexual. El síndrome de supresión de los antidepresivos, recogido con frecuencia en la literatura en castellano con el anglicismo síndrome de «discontinuación», se manifiesta por síntomas psíquicos, sobre todo ansiedad, irritabilidad, inquietud, y somáticos, sobre todo vértigos, cefaleas, vómitos e insomnio o somnolencia.

Hay aproximadamente un 15 por ciento de estados depresivos denominados depresiones refractarias o farmacorresistentes a causa de no ofrecer una respuesta positiva a la administración de una dosis suficiente de la medicación antidepresiva seleccionada.
Esto en cuanto a la terapia farmacológica, que como vemos, es fácil de obtener y tiene eficacia demostrada la mayor parte de casos, pero tampoco está exenta de efectos secundarios y no es útil en el 100% de los casos. En próximas entradas veremos los tres tratamientos psicológicos oficialmente reconocidos como eficaces, sus pros y sus contras.