viernes, 7 de enero de 2011

NUEVOS RESULTADOS EN EL TRATAMIENTO DEL TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad caracterizado por la presencia de obsesiones (preocupaciones y miedos irracionales recurrentes y persistentes que son experimentados como no voluntarios,) y/o compulsiones (conductas repetitivas que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada para controlar las obsesiones y reducir la ansiedad). Por lo general, las personas que padecen TOC reconocen la falta de sentido de la conducta compulsiva y no obtienen placeren llevar a cabo esta actividad, aunque les produzca un alivio inicial. Por ejemplo, la persona puede experimentar la necesidad urgente de realizar ciertos rituales como lavarse las manos o comprobar repetidamente que el horno está apagado o que la puerta de la vivienda está cerrada. Tanto las obsesiones como las compulsiones, son una fuente significativa de malestar para el individuo y pueden interferir notablemente en su funcionamiento social.

La terapia conductual y, específicamente una de sus técnicas llamada exposición con prevención de respuesta, ha demostrado buenos resultados en el tratamiento del TOC. Esta técnica consiste en exponer a la persona deliberadamente a las situaciones que tienen tendencia a estimular sus compulsiones (por ejemplo, ensuciarse las manos) y luego ayudarle a afrontar la ansiedad generada sin poner en marcha el ritual acostumbrado (por ejemplo, impedirle el lavado excesivo de las manos).
En el estudio, titulado "Rapid effects of brief intensive cognitive-behavioral therapy on brain glucose metabolism in obsessive-compulsive disorder" y dirigido por un equipo de investigación de la Universidad de California, participaron 10 individuos con TOC a los que se les sometió a una prueba de Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) al inicio y a la finalización de un programa de tratamiento psicológico. La Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) es una técnica no invasiva de diagnóstico e investigación por imagen capaz de medir la actividad metabólica del cerebro.
Durante un periodo de 4 semanas y con una frecuencia de 5 días a la semana, los participantes recibieron tratamiento de exposición con prevención de respuesta. Tras el tratamiento, los pacientes aprendieron a tolerar sus miedos y preocupaciones sin poner en marcha sus conductas compulsivas, mostrando mejoras significativas en los síntomas asociados al TOC.
Los resultados de las pruebas por TEP mostraron un aumento de la actividad del córtex cingulado anterior dorsal derecho, que está implicado en la reevaluación y supresión de las emociones negativas. Estos resultados se han observado también en personas con trastorno depresivo mayor que habían recibido tratamiento cognitivo-conductual.
Según los investigadores, estos resultados ponen de manifiesto la falsa dicotomía entre tratamientos biológicos y psicológicos para los trastornos mentales, ya que algunos tratamientos psicológicos, como en este caso la técnica de exposición, pueden tener un claro efecto biológico al cambiar el patrón de actividad cerebral, así como cambios conductuales y psicológicos.

martes, 4 de enero de 2011

El consumo elevado de cannabis a largo plazo se asocia a anomalías estructurales en el cerebro, según estudio reciente

El consumo a largo plazo en altas dosis de cannabis podría estar asociado con anomalías estructurales de las áreas cerebrales denominadas hipocampo y amígdala, según un estudio de la Universidad de Melbourne y la Universidad de Wollongong en Australia que se publica en la revista "Archives of General Psychiatry".
Los autores explican que existen evidencias controvertidas sobre los efectos a largo plazo del consumo de cannabis. Añaden que a pesar de que cada vez existen más estudios que sugieren que el consumo de cannabis a largo plazo está asociado con un amplio rango de efectos secundarios graves para la salud hay mucha gente que piensa que es relativamente inofensivo y que debería ser legalizado.
Los investigadores, dirigidos por Murat Yücel, realizaron imágenes de resonancia magnética estructural de alta resolución realizadas en 15 hombres con una media de edad de 40 años que habían fumado más de cinco cigarrillos de marihuana al día durante más de 10 años. Sus resultados se compararon con imágenes de 16 individuos, con una media de 36 años, que nunca habían consumido cannabis. Todos los participantes realizaron una prueba de memoria verbal y fueron evaluados en relación a un umbral de síntomas por debajo del estándar del diagnóstico de enfermedad de trastornos psicóticos, que incluye la esquizofrenia y la manía.
El hipocampo, que se cree regula la emoción y la memoria, y la amígdala, que participa en el miedo y la agresión, tendían a ser más pequeños en los consumidores de cannabis que en los controles con un volumen reducido en una media del 12 por ciento en el hipocampo y del 7,1 por ciento de la amígdala.
El consumo de cannabis también estaba asociado con un subumbral de síntomas de trastornos psiquiátricos. Los autores señalan que aunque los consumidores de cannabis mostraron una realización peor que los controles en aprendizaje verbal, esto no estaba asociado con los volúmenes cerebrales regionales en cada grupo.
Según los investigadores, estos descubrimientos retan la percepción extendida de que el cannabis no tiene secuelas neuroanatómicos o son limitadas. Los autores señalan que aunque un consumo bajo podría no conducir a efectos neurotóxicos significativos, estos resultados sugieren que el consumo elevado diario puede ser tóxico para el tejido cerebral humano.
Los científicos indican que es necesaria una mayor investigación para determinar el grado y los mecanismos asociados al consumo a largo plazo del cannabis y el curso temporal de la recuperación neuronal después de la abstinencia.